Conversaciones con los Ancestros: “Mi querida España-Guerras y dolor”

A lo largo de su historia España, es un país que ha pasado por sucesivas invasiones, cuyas luchas han estado sustentadas por religiones diferentes. Cada pueblo ha pretendido instalarse abanderando una fe y unos modos de vida distintos, a los que aquí existían, creyéndose superiores. En todas estas luchas se pensaba en instaurar una religión diferente, para salvar a las pobres almas de corazón que allí habitaban.

Desde sus orígenes, en la diversidad de culturas que han ido transitando por este territorio,  ha existido un fuerte afán por agarrarse a alguien  superior. Consideraban  que había una fuerza más grande que los estaba ayudando y cuidando,  como una forma de sobrellevar y soportar la vida. En general, se aferraban a una fe con el objetivo de coger fuerza para la lucha y hacer frente a los numerosos infortunios, entre ellos, la enfermedad. Esto es algo de lo que han querido apropiarse los diferentes grupos humanos que han ido pasando por esta tierra.

Hay muchos muertos por la fe para poder lograr sostener una tranquilidad, una paz en el estómago, que el pecho no estuviera siempre alterado y no le quemaran las entrañas. Si existiera una deuda, sería con el espíritu, porque la persona ya tenía su propia fe, todos y cada uno.

Santiago Matamoros- Patrón de España

Mi presencia aquí se debe al papel que represento como patrón de España. Yo caminé y caminé en mis viajes de peregrinación desde Jerusalén  a España,  enseñando mi forma de ver el espíritu, según yo lo conocía. Cuando vi otra forma de entenderlo defendí mi territorio, lo que primero había conquistado sin armas, sólo con la palabra. Ahora llegaban otras personas a llevarse mi trabajo, mi vida y el de tantas personas, por unas diferencias de opinión. Ante esa realidad tuve que coger, a nivel simbólico, la espada contra un hermano.

 Durante la reconquista de España en la lucha contra los musulmanes, desde el otro lado del río de la vida, yo visité en sueños al rey Ramiro I a través de una imagen en la que estaba subido a un caballo blanco. A partir de entonces los guerreros cuando se enfrentaban  gritaban  mi nombre en la batalla y quedé fijado para siempre en la leyenda con el apodo de Santiago Matamoros.

 Pero en este momento comprendo que los musulmanes, simplemente eran mis hermanos, con otro nombre, color y pensamiento. Aunque en ese instante yo no lo supe distinguir. Me siento cabeza religiosa de esa lucha y culpable, por no haber comprendido las razones y las diferencias de esa guerra, por mi condición de pregonar el espíritu y repartir amor.

 La ignorancia de ese tiempo no me dejó ver que eran mis hermanos. Siento tanto dolor por esa contienda, sobre todo por la que yo promulgué. Pido perdón por todas esas muertes,  las vidas que cegué y por esa lucha incesante por la fe. Ese perdón que predicaba,  no supe administrarlo con esos que eran diferentes.

GUIAS-ANCESTROS

En este círculo de sanación, este instante se expresa tu condición de humano. Como el resto de los que están aquí, que participaron de diferentes maneras en esas batallas, hicieron lo que les indicaba su conocimiento de entonces. El saber no sólo está en los libros,  sino también en el cuerpo y la intuición.

A ti te tocó esa parte del camino, pero tú creíste que siendo portavoz del espíritu,  no debías de haber actuado de ese modo. Pero hiciste lo que tenías que hacer en ese momento. Es por eso que pensaste que eras Dios y Jesús mismo, que no podías luchar con armas y que no debías matar a nadie.

Necesitas aceptar que formabas parte del espíritu, que hiciste lo que se te indicó y que no tenías el control de la situación.  Ese dolor que sientes por la muerte de tus hermanos es algo real, pero no lo transformes en un dolor por la fe, porque eso es otra cosa. Te comportaste como otro ser humano.  El don que tenías era la transmisión del espíritu y por ello te guiaba, como a cualquier ser humano que trabaja para el amor universal.

Ahora toca tomar conciencia y separar con claridad algo tan fundamental como es la ideología, de la fe de verdad, que es la confianza misma en la conexión total con la vida.

En la ideología de la que fuiste cabeza, sólo fuiste uno más, aunque tu nombre fuera el señalado públicamente. Tus hazañas fueron como las de los otros,  con la única diferencia de que su nombre no quedó para la historia y el tuyo sí,  porque estabas preparado para eso y ya estaba planeado. Por tal motivo habría que separar tu vida humana de la pública. Sólo así podrás aceptar el dolor que infringiste y despojarte de las ropas de santidad porque aquí eres uno más, lo otro quedó allí en la Tierra.

Ellos aceptan el perdón y tu vida como fue. Ahora debes aceptarte y perdonarte tú, ese es tu aprendizaje. Te asaltarán  las dudas y los demonios que viviste en la Tierra, por todas esas ropas y máscaras que te tienes que quitar. Esa será tu lucha interna para separar la paja del trigo. Entonces lo que hiciste no quedará en vano y por ahí sigue tu camino.  Toma asiento junto con los otros, aquí no hay exclusividad para nadie.

Ene 6, 2021 - 06:15

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